fandango rondeño, la jabera citada por Estébanez Calderón en sus Escenas Andaluzas de 1847, los fandangos bailables que al estilo bolero se comenzaba a cantar para acompañar el baile desde mediados del XVIII. Es a partir de mediados del XIX cuando la malagueña comienza a prescindir del baile para hacerse cantada.
Se acompaña con un ritmo abandolao, su estructura armónica es la del fandango andaluz y la melodía fundamentalmente métrica. Las malagueñas han dado lugar a un frondoso árbol de variantes dentro del flamenco, funcionando como prototipo de la mayoría de los cantes derivados de fandango andaluz que se cultivaban en las provincias orientales de Andalucía.